Construcciones ilícitas en la Reserva Ecológica Costanera Sur

Portal del Acceso Sur de la Reserva. Foto: Propia.

a

La construcción de bares que infringe el Código Urbanístico y el Plan de Manejo de la Reserva se suma a la problemática ambiental porteña y el dilema de las privatizaciones

a

En la Reserva Ecológica Costanera Sur (RECS) se realizaron, durante estos últimos años, una serie de obras que incluyeron la construcción de dos bares sin la aprobación de un Consejo de Gestión, como dictamina el Plan de Manejo de la reserva. Además, uno de ellos se encuentra sobre la costa, lugar donde el Código Urbanístico de la Ciudad de Buenos Aires prohíbe todo uso del suelo que no sea destinado para baños públicos, áreas de descanso o viveros de investigación.


Declarada en 1986 como Parque Natural y Zona de reserva, la RECS se constituye hoy como el pulmón porteño: sus 350 hectáreas la convierten en el mayor espacio verde de la ciudad. En 2005, la importancia de la reserva adquirió carácter internacional, cuando paso a formar parte del grupo de 23 humedales argentinos designados por la Convención sobre Humedales como sitios RAMSAR. Actualmente, vive en ella un ecosistema conformado por más de 2.000 especies, entre las que se encuentran plantas, animales, hongos, insectos, tortugas, lagartos y coipos.

La Costanera Sur está delimitada por la Ciudad Deportiva de Boca Juniors, el Malecón, la Avenida Costanera Intendente Carlos M. Noel y el Río de la Plata.


La reserva es, a su vez, parte del megaproyecto BA Costa, que va desde la Av. General Paz hasta el Riachuelo y con el cual el gobierno pretende recuperar la costa de la ciudad, “transformando e integrando espacios que hoy son inaccesibles”. Para Jonatan Baldiviezo, abogado ambientalista, urbanista y en derechos humanos, fundador del Observatorio del Derecho a la Ciudad y de El Movimiento: La Ciudad Somos Quienes La Habitamos, por el cual fue candidato a legislador en la Ciudad de Buenos Aires, esto solo significa “el comienzo de la privatización de la reserva”.


Baldiviezo, sostiene que la decisión por parte del gobierno de construir los bares, se debió a la presión inmobiliaria ejercida sobre la RECS. Entre Puerto Madero y el proyecto Costa Urbana de IRSA se encuentra el Barrio Rodrigo Bueno, que en 2016 adhirió seis hectáreas que pertenecían a la reserva. El abogado explica que, ante la necesidad de viviendas sociales, el Gobierno de la Ciudad prefirió “quitarle hectáreas a la reserva antes que negociar con IRSA”, que, según Baldiviezo, “tenía terrenos ociosos hace más de 20 años”.


Para Baldiviezo, la presión exterior y la construcción de los bares en el interior de la reserva presentan “una mirada a futuro para que la reserva deje de ser reserva o deje de tener el valor que tiene, para ir comiéndosela poco a poco”. Para otros, las obras dentro de la RECS responden a una necesidad urgente que no tiene tiempo de atender las normativas al pie de la letra.

a

Bar Playa. Fotos: Propias.

El Bar Bajo Espigón, que se encuentra en el acceso sur de la reserva, no representaría, al contrario del Bar Playa, ningún problema en principio, por lo menos no en lo que compete al Código Urbanístico. Lo ilícito se encuentra en que no se respetó lo establecido en el Plan de Manejo, aprobado a través de la Ordenanza 45.676 por la Dirección General de Áreas de Conservación (DGARCON), la cual pertenecía a la ex-Secretaría de Ambiente que, desde las elecciones, funciona como una competencia directa de la vicejefatura de Gobierno.


El tercer artículo de la ordenanza índica que debe de crearse un Consejo de Gestión integrado por tres organizaciones no gubernamentales y el Plan de Manejo establece que los programas no incluidos en él deben ser “aprobados por el administrador de la Reserva, previa consulta con el Consejo de Gestión”. El problema es que, no solo nunca se consultó con el Consejo de Gestión antes de la realización de las obras, sino que nunca llegó a conformarse dicho consejo.

Pasarelas interactivas. Fotos: Propias.


La construcción de ambos bares, el Bar Bajo Espigón por $18.274.089,58 y el Bar Playa por $20.845.552,93, estuvo a cargo de la Unión Transitoria de Empresas Zona Verde, conformada por Urbaser y Seob S.A. Las obras fueron llevadas a cabo por la empresa en el marco de una licitación pública del 2019, que fue prolongada hasta la actualidad, en la que se la contrata por un “Servicio de Mantenimiento Integral de Espacios Verdes y Tareas Complementarias dentro de la Zona A”, integrada por la reserva y otros sectores.


La construcción del Bar Bajo Espigón comenzó el 20 de marzo y la del Bar Playa el 2 de mayo, ambas el año pasado, pero el llamado para la conformación provisoria del Consejo de Gestión no fue hasta el 6 de junio y el plazo estuvo abierto únicamente por cinco días hasta el 13 del mismo mes, tiempo en el que ninguna organización envió solicitud.

Una de los dos maquinas que usan para limpiar la Laguna de los Coipos de esa vegetación verde que la cubre. Foto: Propia.


Oscar Alberto Medina, quien estuvo a cargo de la DGARCON hasta el cambio de gobierno y quien firmó las disposiciones para la construcción de los bares, dijo en el pasado octubre que “no necesariamente” tiene que existir el consejo previo al comienzo de obras en la reserva y que “tampoco necesitamos la aprobación de nadie para hacer esto”.


Aunque el exdirector expresó que “no se evaluó extender la convocatoria”, sí admitió un posible fallo en la comunicación para el llamado de conformación del Consejo. “Probablemente, no se hayan enterado (las organizaciones), tal vez no habremos hecho una buena difusión para que supieran, pero estamos en vías de solucionar este tema”, reconoció Medina. También agregó que se volvería a realizar un llamado para el Consejo antes de fin de año, hecho que no sucedió.

a

Baños publicos en la zona de la costa. Foto: Propia.

En cuanto al Bar Playa, Medina sostuvo que su construcción no contradijo al Código Urbanístico y que APRA, la Agencia de Protección Ambiental, un organismo autárquico que se encarga de realizar evaluaciones de impacto ambiental, dio el visto bueno al proyecto.


Se refirió al bar como “un pequeño café, hecho de madera, solo para vender botellitas”, pero al igual que el Bar Bajo Espigón, de vital importancia, demandado por el público y, junto con las demás construcciones en la reserva, de carácter urgente. “No podíamos seguir perdiendo tiempo”, afirmó Medina y agregó que “hay gente grande que ha fallecido acá en la reserva por el calor y por no tener una botella de agua”.


Este fue el caso de Joaquín Alberto Facchini, un hombre de 56 años que, el 27 de octubre de 2021, en plena ola de calor, se desvaneció mientras hacía ejercicio con un amigo en la reserva.


Entre las reformas, también se realizaron cortafuegos, técnica utilizada para evitar la propagación del fuego, muy útil, teniendo en cuenta que la RECS se incendió en tres ocasiones el año pasado, persistiendo durante múltiples días. También se llevó a cabo la construcción de pasarelas interactivas para facilitar el acceso a distintas partes de la reserva, baños públicos cercanos al Bar Playa y el desarrollo de una contención del borde costero, clave en caso de sudestadas.

Sobre los incendios de enero del año pasado. Fuente: TN.


Félix Cariboni, miembro también del Observatorio del Derecho a la Ciudad, encargado de coordinar el Programa de Salud y Ambiente, entiende la necesidad de estas obras, con la excepción del Bar Playa. Aun así, insiste en que el modo que tuvo el Gobierno de llevarlas a cabo, no fue el indicado y calificó de “excusa” el haber avanzado con el proyecto porque no estaba formado el Consejo.


“Si la autoridad de aplicación realmente tenía un interés genuino de conformar el Consejo, no es tan difícil. Si vos tenés un listado de 50 organizaciones de la sociedad civil, que les puedes interesar formar parte y le avisas formalmente, con tiempo, para vos querer lograrlo”, señaló el coordinador.

Una de las tantas aréas de descanso. Foto: Propia.


Cariboni agregó que las organizaciones, efectivamente, no se enteraron de la convocatoria para el Consejo de Gestión y que, Amigos de la Tierra, Aves Argentinas y Vida Silvestre, son solo algunas de las que quedaron a la espera de un segundo llamado. Estas tres organizaciones fueron las que allá por la década de los ochenta formaron parte del Consejo original y trabajaron para que hoy la reserva exista. Cariboni resaltó la importancia de incluir a estas organizaciones en la reserva, ya que aportan “saberes expertos que quizá la autoridad de aplicación no tiene”.


Por lo que, más allá de que según él, “las pasarelas es algo que todos consideramos positivo, nadie está en contra de un sendero interpretativo; de hecho, favorece a la buena visita de la reserva, que más gente pueda acceder a ciertas áreas que por una cuestión geográfica no se puede”. Aun así su única queja sea que quizá se podría haber realizado algún estudio, debatir sobre donde convendría realizar los caminos, qué material usar, que tan anchos construirlos y demás detalles, e incluso agradarle la idea del Bar Bajo Espigón, es indeseable que no se forme el Consejo.

Muchas personas eligen bañarse en las aguas del Río de La Plata aunque este prohibido. Foto: Propia.


Que cierto es que se favoreció la visita a la reserva, que incluso en días tan calurosos como los de esta semana, la costa de la Reserva Ecológica Costanera Sur se encuentra repleta. Hace que los caminos que llevan a ella parezcan desiertos, algo que sería fácil de creer de no ser por las ocasiones en que aparecen, como de la nada, personas andando en bicicleta, caminando o corriendo. Las 343 especies de aves que habitan allí hacen que sus sonidos, indistinguibles, se fusionen en un zumbido incesante, que, por alguna razón, allí no molesta. Uno se podría olvidar que se encuentra en una metrópoli de más de 17 millones de habitantes si no levantara la cabeza y por sobre los árboles viera edificios vidriados y altísimos.


Martín González, que desde los 90’ acude a la reserva y que cuando dice “me parece bien todas la obras que hicieron, antes era un desastre”, mira, mientras sostiene la bicicleta por sobre los hombros, hacia la costa. Una costa formada por escombros de demoliciones de autopistas y que, durante la última dictadura, estuvo a punto de ser la sede de las oficinas administrativas del Gobierno de la Ciudad y en la que hoy, tanto porteños como turistas, argentinos o extranjeros, parecen coincidir en no querer que se acerque la hora del cierre.

a

Borde de contención costero para que, al ocurrir una sudestada, no se desprenda parte de la costa. Fotos: Propias.

El futuro de la RECS y de los espacios verdes porteños

Desde su inauguración el 28 de diciembre, el Bar Bajo Espigón funciona a cargo de “ReservaSur: Tienda Natural”, misma empresa que explotará el Bar Playa. En el Boletín Oficial del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no se encuentra ninguna licitación, disposición o decreto al respecto. Mientras tanto, las organizaciones ambientales siguen esperando un segundo llamado y el Observatorio del Derecho a la Ciudad prepara dos acciones judiciales por la construcción del Bar Playa y la inexistencia de un Consejo de Gestión.

Bar Bajo Espigón. Foto: Propia.


Los espacios verdes porteños se encuentran en un momento complicado. La Justicia ratificó el freno a las obras dentro de la Reserva Ecológica Costanera Norte – Ciudad Universitaria, parte también de Costa BA, con un bar 80% construido, hasta que el gobierno cumpla con todos los pasos previstos por el Artículo N°9 de la Ley N°123, que establece las características del proceso que deriva en el otorgamiento del Certificado de Aptitud Ambiental.


Tensiones que aumentan en un contexto donde la justicia también ratificó que la Legislatura incumple su deber de aprobar un Código Ambiental para la CABA, cuando la Constitución de la Ciudad en el año 1996 ordenó la aprobación de un Código Ambiental para la Ciudad de Buenos Aires. A su vez, en el año 2009, el Plan Urbano Ambiental (PUA) dispuso que debía aprobarse, entre otros, el Código Ambiental.

a

a

Deja un comentario

Blog de WordPress.com.

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar